A los que partieron

En cada rincón del mundo, hay quienes han dejado atrás todo lo que conocen en busca de una vida mejor. No porque quisieran irse, sino porque las circunstancias los empujaron a cruzar fronteras, a reinventarse, a empezar de nuevo con el corazón dividido entre dos tierras.

Este poema es para ellos, para los que cargan la nostalgia como un equipaje invisible, para los que lloran en silencio mientras construyen un futuro.

Dejaron su tierra, su calle, su casa,
Sus voces amadas, su risa, su plaza.
Con ojos de sueños y el alma en pedazos,
Cruzaron fronteras cargando su abrazo.

El viento de norte susurra sus nombres,
Les dice que aguanten, que sean más fuertes.
Pero el frío duele, la ausencia castiga,
Y el miedo se esconde en noches sin vida.

Llevan en sus manos heridas de lucha,
En su pecho un nudo que nunca se escucha.
Trabajan y callan, avanzan despacio,
Con lágrimas secas y el rostro cansado.

Los días son duros, las horas eternas,
Extrañan el fuego de aquellas verbenas.
La lengua les pea, la voz se les quiebra,
Pero siguen firmes con fe en su espera.

Porque saben bien que el sol brilla alto,
Que hay días oscuros, pero otros dorados.
Y aunque hayan partido, aunque hayan sufrido,
Su patria es un eco que vive en su obligo.

Y un día, quizás, con huellas marcadas,
Regresan al suelo que vio sus pisadas.
O tal vez construyan un nuevo camino,
Donde ser libre no tenga destino.

No importa cuán lejos estén, siempre habrá una parte de ellos que sigue arraigada a su tierra de origen. Y aunque las despedidas duelen, el coraje de empezar de nuevo merece ser reconocido. Porque migrar no es solo moverse de un lugar a otro, es aprender a vivir con el alma partida en dos.

Gracias.

Nera Pantera

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